Comentario
Cómo don Pedro de Mendoza pasó por Adelantado y Gobernador de estas Provincias y la armada que trajo
Llegado Sebastián Gaboto a Castilla el año de 1533, dio cuenta a S.M. de lo que había descubierto y visto en estas provincias, la buena disposición calidad y temple de la tierra, la gran suma de los naturales, con la noticia y muestras del oro y plata, que llevaba. De tal manera supo ponderar el negocio, que algunos caballeros de caudal pretendieron esta conquista y gobernación, en especial un criado de la casa real, gentil hombre del Emperador Nuestro Señor, llamado don Pedro de Mendoza, deudo muy cercano de doña María de Mendoza, mujer del señor don Francisco de los Cabos, el cual tuvo negociación de que S.M. le hiciese merced de esta gobernación con título de Adelantado, haciendo asiento de poblar y conquistarla, pasando con su gente y armada a esta tierra, con cargo de que, habiéndola poblado, se le haría merced con título de Marqués de lo que poblase; con cuya fama y buena opinión se movieron en España diversas personas, ofreciéndose al Gobernador con cuanto tenían, de manera que se contaban por de gran suerte los que a esta empresa eran admitidos, y así no hubo ciudad de donde no saliesen para esta jornada mucha gente, y entre ellos algunos nobles y de calidad.
Juntos en Sevilla se embarcaron y salieron de la Barra de San Lúcar de Barrameda, en catorce navíos, el año de 1535 a 24 de agosto, y navegando por su derrota con viento próspero, llegaron a las Canarias, y en la Isla de Tenerife hizo el Adelantado reseña de su gente, y halló que traía dos mil doscientos hombres entre oficiales y soldados, de algunos de los cuales haré aquí mención para noticia de lo que adelante ha de suceder. Traía por su maestre de campo un caballero de Ávila llamado Juan Osorio, que había sido en Italia capitán de infantería española, al cual todos querían y estimaban por su grande afabilidad y valor, y por Almirante de la armada don Diego de Mendoza, hermano del Adelantado, y por su Alguacil mayor Juan de Ayolas, que a más de su privanza grande, que con el Adelantado tenía, era su mayordomo; por proveedor de S.M. un caballero llamado Francisco de Alvarado, y junto con él un hermano suyo llamado don Juan de Carbajal. Los que traía de más cuenta, eran el capitán Domingo Martínez de Irala natural de Vergara en la provincia de Guipúzcoa, Francisco Ruiz de Galán de la ciudad de León en Castilla. El capitán Salazar de Espinosa de la Villa de Pomar. Gonzalo de Mendoza de Baeza, y don Diego de Abalos. Venía junto con éstos un caballero gentil hombre del rey llamado don Francisco de Mendoza, mayordomo de Maximiliano Rey de Romanos, el cual por cierta desgracia que le sucedió en España, pasó a las Indias. Por contador de S.M. venía Juan de Cáceres natural de Madrid, y con él Felipe de Cáceres, su hermano. Por tesorero venía García Venegas natural de Córdoba, y Hernando de los Ríos, y Andrés Hernández y Romo. Por factor de S.M. don Carlos Guevara, y por alcaide de la primera fortaleza que se hiciere, don Nuño de Silva. Venía por sargento mayor de la armada Luis de Rojas y Sandoval, y sin cargos venían otros muchos caballeros como Perafán de Ribera, don Juan Manrique, el capitán Diego de Abreu, Pedro Ramiro de Guzmán, todos de Sevilla. Don Carlos Vumbrín hermano de leche del Emperador don Carlos Nuestro Señor. El capitán Juan de Ortega, Luis Hernández de Zúñiga de las Montañas, Francisco de Abalos Puina de Pamplona, Hernando Arias de Mansilla, don Gonzalo de Aguilar, el capitán Medrano de Granada, don Diego Barua caballero del orden de San Juan, Hernando Ruiz de la Cerda, el capitán Agustín de Ocampos de Almodóvar, el capitán Luján, don Juan Ponce de León de Osuna, el capitán Juan Romero y Francisco Hernández de Córdoba, Antonio de Mendoza, y don Bartotomé de Bracamonte, naturales de Salamanca, Diego de Estapiñán, el capitán Figueroa, Alonso Suárez de Ayala, y Juan de Vera de Jerez de la Frontera, Bernardo Centurión Genovés, Cuatralvo de las Galeras del Príncipe Andrea Doria, el capitán Simón Jacques de Ramoa natural de Flandes, Luis Pérez de Cepeda de Ahumada hermano de Santa Teresa de Jesús, sin otros muchos caballeros, hijosdalgo y hombres nobles, alféreces, sargentos y oficiales que venían en esta armada.
Partieron de las Canarias, continuando su viaje, y pasaron la línea equinoccial, de donde con una gran tormenta se dividió la armada. Don Diego de Mendoza tomó hacia el mediodía para la boca del Río de la Plata, según se presume de malicia; y navegando el resto de la armada para la costa del Brasil, tomó puerto en el Río de Janeiro, y en otros de aquella costa, obligados de la necesidad de hacer esta arribada por falta de agua y bastimentos, y estando en dicho puerto, sucedió un día que, andando el Maestre de campo Juan de Osorio, paseándose con el Factor don Carlos de Guevara por la playa, llegó a él Juan de Ayolas Alguacil mayor, y le dijo (yendo en su compañía el capitán Salazar y Diego de Salazar y Medrano) Vmd., sea preso, señor Juan de Osorio, a lo cual entendiendo el Maestre de campo que se burlaba, se retiró empuñando su espada, y entonces le replicó el Alguacil mayor diciendo, téngase Vmd., que el señor gobernador manda que vaya preso, a lo que respondió Juan de Osorio, hágase lo que S. S. manda, que yo estoy pronto a obedecerle, y con esto todos se fueron hacia la tienda del gobernador, la cual estaba en la playa, y en aquella sazón cercada toda de gente de guarda; y adelantándose el Alguacil mayor, fue a dar aviso al gobernador que estaba almorzando, diciendo: ya, señor, está preso, ¿qué manda V.S. que se haga? El respondió, dando de mano hagan lo que han de hacer; y volviendo Ayolas donde venía el Maestre de Campo de improviso le dieron de puñaladas, de que cayó muerto sin poderse confesar: luego pusieron el cuerpo sobre un repostero a vista de todo el campo, con un rótulo que decía "por traidor y alevoso", y a esta sazón el Adelantado dijo, "este hombre tiene su merecido; su soberbia y su arrogancia le han traído a este estado". Todos los presentes sintieron en el alma la muerte de tan principal y honrado caballero, quedando tristes y desconsolados, particularmente sus deudos y amigos. Súpose que algunos envidiosos le malquistaron con don Pedro, diciendo que el Maestre de Campo le amenazaba que, en llegando al Río de la Plata, había de hacer que las cosas corriesen por diferente orden, atribuyendo sus razones a mal fin; de cuya muerte sobrevinieron, por castigo de Dios, grandes guerras, muchas desgracias y muertes, como adelante se dirá.